¿Sabes cuál es el órgano sensorial más grande de tu perro?
¿La nariz? ¿los ojos? ¿las orejas?
Pues no, el órgano sensorial más grande de tu perro es su
manto.
Lo voy a decir de otra manera: el manto de tu perro no es un abrigo, ni un
complemento de belleza, ni un molesto productor de residuos, es un órgano, con
sus funciones, que además tiene capacidad sensorial, es decir, le permite
“sentir” (percibir sensaciones, comunicarse, protegerse, etc).
Es importante tener esto en cuenta a la hora de enfocar un
arreglo de peluquería para un perro. El tipo de trabajo y corte que se haga
debería tener como objetivo primordial el bienestar del animal y una óptima
conservación de su manto por encima de cualquier otra consideración.
En ese sentido con frecuencia rechazamos solicitudes de
rapado de perros tanto de “doble capa” como de “pelo corto” ofreciendo a cambio
la alternativa de un tratamiento adecuado a ese tipo de manto.
Otras veces recibimos perros con el manto tan deteriorado
que tenemos prácticamente que suplicar al propietario que le dé una oportunidad
a su perro de recuperar su pelo, proceso que puede tardar hasta dos años y que,
desgraciadamente, a veces ni siquiera sucede.
EL MANTO DE TU PERRO
Hay una enorme variedad de tipos de manto, desde el cabello
largo y sedoso de un Yorkshire Terrier hasta el pelo corto y duro de un bulldog
(y aun así hay yorkies de pelo hirsuto y bulldogs sedosos) pero en general
todos los perros tienen dos tipos de pelo: el pelo principal y el subpelo,
aunque en unas razas este último sea casi inapreciable.
El pelo principal está diseñado para proteger la piel de agentes externos como
el sol, el frío, el agua, la suciedad, las agresiones etc. El subpelo se mantiene bajo el principal y
tiene la función de regular la temperatura corporal atrapando el calor en
épocas de frío y aislando del calor en las temporadas estivas.
Funcionan también como un sistema de percepción, por eso junto con la piel
forman un órgano sensorial que permite captar información del exterior y emitir
a su vez información sobre el animal, su estado de ánimo, ciclo hormonal, etc.
EL CRECIMIENTO DEL PELO DE TU PERRO
El pelo tiene un ciclo de crecimiento que pasa por las siguientes
fases: anágena o de crecimiento, catágena o de transición y telógena o de
reposo.
Los ciclos del pelo y del subpelo NO SON IGUALES, es decir,
el subpelo pasa por el ciclo completo al menos 2 veces al año (mudas) mientras
que el pelo principal tiene un ciclo mucho más largo.
Además hay perros cuyo manto tiene un patrón de crecimiento
predominantemente anágeno en el cual la mayor parte de su pelo, de longitud
variable, se encuentra en permanente estado de crecimiento y la muda ocurre de
manera homogénea y repartida por todo el pelaje. Son perros que “no mudan”. Caniches
y Shitzus estarían en este grupo, por poner un ejemplo.
Otros perros, sin embargo, tienen un patrón de crecimiento
predominantemente telógeno, esto es: la mayor parte del pelo se encuentra en
fase de reposo y esta puede durar años.
Las fases de crecimiento y transición
ocurren en un patrón de “ondas” por el manto dependiendo de las variaciones de
luz solar, climáticas, hormonales, etc. En estas razas es donde la diferencia
de ciclos de crecimiento entre el pelo y el subpelo es más llamativa y cuando
se les rapa presentan frecuentes problemas para recuperar el manto. Los perros
nórdicos, por poner un ejemplo, son típicamente de patrón telógeno.
RAPADOS, ALOPECIA Y ALTERACIONES DEL CICLO DE CRECIMIENTO
DEL PELO
Los veterinarios se dieron cuenta de que, cuando se rapaba a
algunos animales para una cirugía, el pelo no volvía a crecer. Se acuñó el
término “alopecia post-rapado” que puede usarse también en el entorno de la
peluquería. Las referencias médicas sostienen que el pelo vuelve a crecer en
uno o dos años, sin embargo los peluqueros veteranos pueden apreciar a menudo
casos en los que el manto no se recupera o lo hace a parches, en que el manto
presenta importantes alteraciones de textura, color, o se vuelve lanoso,
inconsistente y/o ralo.
Si bien hay casos en que la alopecia puede deberse a
diversos factores, como alteraciones tiroideas, y un rapado tan solo “destapa”
el problema, lo cierto es que los rapados pueden también interferir el ciclo de
crecimiento del pelo. Aun se sabe poco de cómo sucede esto, aunque se cree que
los folículos capilares se estrechan a continuación de una vasoconstricción
consecuencia del enfriamiento que sufre la superficie de la piel al quitarle el
pelo lo que lleva a una terminación prematura de la fase de crecimiento.
RECOMENDACIONES
La mayoría de los perros sueltan pelo, raparlos para
evitarlo no es una solución justa para tu perro. Una buena mopa y un sano
sentido del humor ayudan mucho en estos casos, procura hacerte con ambos.
Un buen trabajo de peluquería mantendrá el manto de tu perro
limpio, suelto y en perfectas condiciones de realizar sus funciones. Infórmate
bien.
Si hay que rapar (por razones imperativas) se rapa, pero lo
más largo posible.
Los perros no sudan, no transpiran por la piel, así que no
es necesario raparlos hasta el pellejo para que estén “más fresquitos”. Hay
muchas alternativas. Por otro lado un estudio arrojó el dato de que los perros
tienen 35 veces más posibilidades de cáncer de piel que los humanos. Las pecas
que salen en el lomo de los perros rapados “lo más corto posible, que le dure”
son un peligroso aviso de que puedes estar exponiendo a la radiación solar una
piel diseñada para habitar bajo un denso pelaje.
Un dueño negligente no es sólo el que tiene el perro
abandonado en una nave. Cada perro necesita un tipo de cuidados y de
mantenimiento, negligencia es no proporcionárselos. Si tienes un perro con un
manto de “alto mantenimiento” más vale que te pongas manos a la obra con la
carda o lo confíes a un profesional de forma regular.